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¡Ya viene el chambilero!

22-06-2020


¡Ya viene el chambilero!
Carro de helados, maqueta de Diego Agulló
Visita guiada a un grupo de maestros jubilados Fotografía ganadora Concurso de Fotografía 2015, categoría Smartphone

Muchas son las piezas expuestas en el Museo Escolar de Pusol que llaman la atención de nuestras visitas: el enorme tractor rojo ubicado en la última zona inaugurada “Los años del cambio”, la tartana, los productos de broma que se vendían en la Droguería Pérez Seguí, los tebeos y periódicos que cuelgan de las cuerdas del Kiosco Rico (la llamada “literatura de cordel”), etc. Pero un elemento que entusiasma a personas jóvenes y adultas -a unas por la novedad (y por golosas, todo sea dicho) y a otras por despertar sus más entrañables recuerdos de infancia- es el carrito de los helados o, mejor dicho, el carro del chambilero.


Llamado así por los chambis que vendía -helado al corte o corte de helado-, el chambilero era un vendedor ambulante de helados; también vendía limonada, horchata y cebada, entre otros productos típicamente veraniegos.


La palabra “chambi” tiene un curioso origen… Fueron los americanos quienes inventaron e industrializaron este helado de mantecado entre galleta y galleta de barquillo, al que llamaron “sándwich”. Dado el aumento de la afluencia del turismo americano en nuestra península -particularmente en el Levante- y, por tanto, la demanda de estos “sándwiches”, los heladeros incorporaron este nuevo producto en sus carritos, que con el paso del tiempo -posiblemente por una deformación fonética- derivó a la palabra “chambi”. ¿La novedad? Que para hacer el chambi se ideó una pequeña máquina de hierro, un molde que incorporaba un muelle, un tirador y un mango, para calcular el grosor del corte de helado dependiendo del dinero de cada cliente/a.


Como escribía más arriba, casi en la entrada del museo nuestro carrito de los helados recibe a los/as visitantes: el auténtico carro de madera de antigua venta de helados perfectamente recreado, con la maquinaria del chambi, los vasos de cristal, las cucharillas de cartón, las tapaderas de los recipientes de helados, el trapo, el cucharón para servir la limonada... ¡no pierde detalle!


“Helados Parisol” es la marca de este carrito, donado en el año 2008 por José García, en nombre de la Comisión de Fiestas Baltasar Tristany. Su antiguo dueño lo llamó así porque, años antes de crear este negocio, alojado en París, echaba de menos el sol de España; una vez regresó a su tierra natal, utilizó ese nombre en su carrito de helados.


Algo que destacamos de este oficio durante las visitas guiadas de colegios al Museo Escolar es la ausencia total de plástico, dado que el chambilero es anterior a su generalización. De ahí que los vasos para las bebidas fuesen de cristal -lo que obligaba al/la cliente/a a tomar su bebida cerca del carro- y que las cucharillas para los helados estuvieran hechas de cartón.


Otra   anécdota   es   la   de   los/as   pequeños/as   ayudantes   que   tenía   el chambilero. Si le faltaba helado, el/la niño/a que le ayudaba a reponerlo era obsequiado/a con uno gratis.


La desaparición de este oficio tradicional se debió, en parte, a la aparición, venta y popularización de las primeras barras de corte de helado, así como al auge de los negocios de venta fija de helados, que poco a poco fueron sustituyéndolo.


Ya sabes, si quieres rememorar o conocer este oficio del chambilero, ¡solo tienes que visitar nuestro museo!


Autora: Marian Tristán, coordinadora del Museo Escolar.

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